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Cuando nos hablan de medicina estética tendemos a pensar en el presente, en una serie de tratamientos que conviven con nosotros desde hace muy poco tiempo. Pero nada más lejos de la realidad, el culto por la belleza y por el bienestar físico es algo que se remonta al principio de los tiempos.
Hay datos que abalan, que ya en la prehistoria se usaba la arcilla como maquillaje, tanto para la zona facial como para otras regiones corporales.
Sin embargo, parece ser la civilización del antiguo Egipto la cuna de la medicina estética como tal, siendo los creadores de multitud de tratamientos destinados a alcanzar su ideal de belleza.
Hay que entender la belleza como algo subjetivo, de modo que el ideal de belleza ha ido variando a lo largo de los años. En el antiguo Egipto el ideal de belleza se basaba en piel bronceada, ojos grandes y oscuros bien delineados, cejas muy definidas y labios pintados en tono terracota.
Los egipcios usaban multitud de pigmentos para maquillar sus rostros, de manera que utilizaban los polvos negros y verdes para colorear sus ojos, así como los polvos rojizos, a base de óxido de hierro, para dar color a sus labios.
Cuando pensamos en Cleopatra, a todos nos viene a la cabeza sus baños de leche de burra, ¨la receta de la eterna juventud¨. Esto no es más que un peeling de ácido láctico, un alfa-hidroxiácido que seguimos utilizando en la actualidad para conseguir dar luminosidad e hidratación a la piel.
Probablemente, remontándonos a la historia de los peelings podamos hacernos una idea de que la preocupación por el bienestar físico no es algo que haya surgido ahora, sino que ha existido siempre.
En primer lugar, vamos a definir la palabra peeling, se trata de una técnica utilizada con fines médicos o estéticos para mejorar la calidad de la piel, mediante la eliminación selectiva de diferentes capas cutáneas usando para ello medios físicos y/o químicos.

  • Como ya hemos adelantado en el antiguo Egipto se realizaban peelings con ácido láctico, aceites de animales, sal o polvo de alabastro.
  • En la antigua Roma, las mujeres utilizaban el material que sedimentaba en las jarras de vino para aplicárselo sobre la piel. Este material es ácido tartárico, un acidificante y conservante natural.
  • En el siglo XV, las damas de la corte francesa se aplicaban vino añejo en sus rostros para combatir el envejecimiento. El vino es rico es alfa-hidroxiácidos, muy empleados actualmente para realizar peelings químicos faciales.
  • En el siglo XVI, las mujeres turcas se colocaban enfrente de las chimeneas para modificar el tono de su piel.
  • En el siglo XVII, los indígenas americanos comenzaron a aplicarse la orina en sus rostros. La orina es rica en urea, producto queratolítico (descamativo), y en amoniaco, producto blanqueante.
  • En el siglo XIX, se empieza a utilizar el limón en España como agente para aclarar las manchas. El limón es rico en ácido cítrico, otro hidroxiácido muy empleado actualmente para el cuidado facial.
Desde entonces hasta la actualidad han surgido muchos compuestos con diferentes propiedades empleados para realizar peelings faciales, destacando el ácido salicílico, el ácido glicólico, el ácido tricloroacético (TCA) y el fenol.

Por lo tanto, la medicina estética, no es una “moda” que haya surgido recientemente, sino que ha existido prácticamente toda la vida, y que bien empleada sirve para combatir el envejecimiento y para promover la salud, que en definitiva es lo más importante.

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